lunes, 30 de marzo de 2009

El Angelus


El atardecer se tiñe de color sepia mientras suenan las campanadas que anuncian el Angelus.
Nuestros pasos se pierden entre los guesos muros de la torre que llevan al campanario, nuestras túnicas marrones se confunden con el color de los antiguos muros y siempre es el silencio el que nos acompaña y conduce hasta alcanzar la cima.
Los encuentros se suceden durante mucho tiempo hasta que un ojo sagaz nos descubre.
No hay tiempo para la huída ni para truncar la nueva vida que late en mis entrañas...
Y llega la sentencia, pasaré a formar parte de las paredes medievales y mi alma deambulará por esa torre que nos cobijara...
Solamente percibo la oscuridad que me cubre, mis ojos se entornan y siento en mi mente la tibieza de tus brazos a medida que el muro se cierra frente a mi.
No siento miedo, sólo el tañir de las campanas del Angelus que como una canción de cuna velarán mi sueño, y en mi retina únicamente tu rostro que me acompañará por siempre en este viaje sin retorno...

martes, 17 de marzo de 2009

Nuestra querida Mary Poppins


Llegaste a nuestras vidas cuando más te necesitábamos.
Eramos dos húerfanas, mi hija y yo. Mi enfermedad me había sumido en la nada y te hiciste cargo de las dos. Nos prodigaste tus cuidados y una gran dosis de amor. Gracias a tu continua tarea me fui recuperando y mi niña creciendo con alguien que se ocupara de ella, ya que yo, sumergida y ahogada en las tinieblas, era un fantasma que deambulaba por la casa...
No hubo canciones ni un desollinador, sí el canto de una guitarra y del bandoneón de tu marido que fue aventando la desgracia y creando un mundo nuevo para ambas.
Tenías la magia de Mary, aunque tu figura no fuera espigada sino grande. Nos llevaste de la mano por el camino de la vida hasta que recuperé mis fuerzas y pude ser nuevamente mamá.
Fueron muchos años compartidos que dejaron como huella hermosos recuerdos, realmente fuiste mágica y cada vez que te abrazo, percibo la tibieza de tu pecho y me siento libre de cualquier peligro.
Cada vez que algún temor me abruma, recurro a tu consuelo y con tu cálida sonrisa ahuyentas los fantasmas. Siempre te diré gracias por tu amor, por tus cuidados y por haberte ganado un lugar en nuestros corazones.
Gracias a nuestra Mary, que con un paraguas invisible está presente en cualquier momento de alegría o de tristeza.
Gracias "doñula", solamente puedo decirte que te amamos.