martes, 17 de marzo de 2009

Nuestra querida Mary Poppins


Llegaste a nuestras vidas cuando más te necesitábamos.
Eramos dos húerfanas, mi hija y yo. Mi enfermedad me había sumido en la nada y te hiciste cargo de las dos. Nos prodigaste tus cuidados y una gran dosis de amor. Gracias a tu continua tarea me fui recuperando y mi niña creciendo con alguien que se ocupara de ella, ya que yo, sumergida y ahogada en las tinieblas, era un fantasma que deambulaba por la casa...
No hubo canciones ni un desollinador, sí el canto de una guitarra y del bandoneón de tu marido que fue aventando la desgracia y creando un mundo nuevo para ambas.
Tenías la magia de Mary, aunque tu figura no fuera espigada sino grande. Nos llevaste de la mano por el camino de la vida hasta que recuperé mis fuerzas y pude ser nuevamente mamá.
Fueron muchos años compartidos que dejaron como huella hermosos recuerdos, realmente fuiste mágica y cada vez que te abrazo, percibo la tibieza de tu pecho y me siento libre de cualquier peligro.
Cada vez que algún temor me abruma, recurro a tu consuelo y con tu cálida sonrisa ahuyentas los fantasmas. Siempre te diré gracias por tu amor, por tus cuidados y por haberte ganado un lugar en nuestros corazones.
Gracias a nuestra Mary, que con un paraguas invisible está presente en cualquier momento de alegría o de tristeza.
Gracias "doñula", solamente puedo decirte que te amamos.

3 comentarios:

  1. Qué grande la Doña...la quiero para siempre

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  3. yo tambien m.r:
    siempre la querremos, ella es nuestra Mary con un gran paraguas que nos protege de toda tempestad

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