lunes, 30 de marzo de 2009

El Angelus


El atardecer se tiñe de color sepia mientras suenan las campanadas que anuncian el Angelus.
Nuestros pasos se pierden entre los guesos muros de la torre que llevan al campanario, nuestras túnicas marrones se confunden con el color de los antiguos muros y siempre es el silencio el que nos acompaña y conduce hasta alcanzar la cima.
Los encuentros se suceden durante mucho tiempo hasta que un ojo sagaz nos descubre.
No hay tiempo para la huída ni para truncar la nueva vida que late en mis entrañas...
Y llega la sentencia, pasaré a formar parte de las paredes medievales y mi alma deambulará por esa torre que nos cobijara...
Solamente percibo la oscuridad que me cubre, mis ojos se entornan y siento en mi mente la tibieza de tus brazos a medida que el muro se cierra frente a mi.
No siento miedo, sólo el tañir de las campanas del Angelus que como una canción de cuna velarán mi sueño, y en mi retina únicamente tu rostro que me acompañará por siempre en este viaje sin retorno...

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