martes, 30 de diciembre de 2008

ECLESIASTÉS


CAPÍTULO 3
El momento oportuno
3:1 Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa
bajo el sol:
3:2 un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancarlo plantado;
3:3 un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
3:4 un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
3:5 un tiempo para arrojar piedras
y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse
y un tiempo para separarse;
3:6 un tiempo para buscar
y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
3:7 un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
3:8 un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra
y un tiempo de paz.

Feliz Año Nuevo


Año Nuevo Juliano
En los países regidos por el calendario juliano/gregoriano, la celebración de Año Nuevo se festeja el 1 de enero, fecha que es considerada festivo en la mayoría de éstos.

Tradicionalmente, el calendario romano comenzaba el primer día del mes de marzo. Sin embargo, era en el mes de enero (el 11º mes) cuando los cónsules de la Antigua Roma asumían el gobierno. Julio César, en el año 47 adC, modificó el sistema creando el calendario juliano, que con algunas modificaciones realizadas en tiempos del Cónsul Marco Antonio 44 adC, el Emperador Augusto César 8 adC y finalmente por el Papa Gregorio XIII 1582, se utiliza hasta hoy. En éste se da inicio al año el día 1 de enero. Posteriormente, el calendario juliano/gregoriano mantuvo la costumbre y la celebración se caracterizó con un significado religioso durante la Edad Media y los siglos posteriores.


Año Nuevo Chino
El Año Nuevo Chino está basado en el calendario lunar utilizado tradicionalmente en China. Según el calendario chino, la celebración de un nuevo año cae en general, a la segunda luna llena después del solsticio de invierno boreal (21 de diciembre). Debido a su carácter lunar, el Año Nuevo Chino no puede ser convertido a una fecha exacta del calendario gregoriano y en realidad, puede ocurrir entre el 21 de enero o el 21 de febrero.


Otros Años Nuevos
- Algunos miembros de la Iglesia ortodoxa celebran el 14 de enero al mantener el calendario juliano.
- El Año Nuevo Islámico se celebra el 1 de Muharram, aproximadamente fines de enero e inicios de febrero.
- Losar, celebración del Año Nuevo Tibetano, celebrado entre enero y marzo.
- Norouz, celebración del Año Nuevo Iraní, celebrado para el equinoccio primaveral (21 de marzo).
- Ugadi, celebración del Año Nuevo Telugu, entre marzo y abril.
- En Tailandia, Camboya, Birmania y Bengala, se celebra entre el 13 y 15 de abril.
- We Tripantu, celebración del Año Nuevo Mapuche, el 24 de junio.
- Inti Raymi, celebración del Año Nuevo Inca, el 24 de junio.
- Rosh Hashanah, celebración del Año Nuevo Judío, celebrado generalmente en septiembre.
- Enkutatash, celebración del Año Nuevo Etíope, el 11 de septiembre.
- Samhain, celebración de Año Nuevo del Neopaganismo Celta, cerca del 1 de noviembre.
- El Año Nuevo Hindú es celebrado dos días antes del festival de Diwali, a mediados de noviembre.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Navidad



Borar las arrugas de tu ceño y el rictus amargo de tu boca, hacer que tu rostro se ilumine y resplandezca como el lucero.
Quitar la tristeza de tus ojos y sembrar en ellos la alegría para que vuelvan a capturar la belleza de las flores, el crepúsculo y las estrellas.
Transformar tus lágrimas en risas y tus gemidos en canto en una eterna sinfonía.
Besar tu boca y plasmar en ella una amplia sonrisa para que alimentes con ella al que llora su soledad.
Arrancar el dolor y la amargura de tu pecho y dejar que fluya la ternura.
Hacer que tus brazos caídos vuelvan a acunar y a abrazar a los que amas.
Olvidar los antiguos rencores y el odio y sepultarlos para siempre y compartir tu pan con amigos y enemigos en el banquete de la vida.
Suavizar tus manos tan ajadas para que solamente brinden caricias y atrapen amaneceres y arco iris, para que consueles al niño que llora y cures las heridas de tu alma.
Hacer que tus piernas paralizadas corran en busca del que amas para no abandonarlo nunca más.
Y así, hacer que hoy nazca un hombre nuevo, creado solamente para eso.
Para amar.

viernes, 19 de diciembre de 2008

La coraza

Los múltiples canales, ramificados, enmarañados y henchidos por el líquido viscoso, con una prisa que ni ellos comprenden, luchan frenéticamente por formar la coraza pero no pueden...
Por un lado aparece cuan medusa de siete cabezas, un hilo fino que se escurre y cuando la coraza intenta cubrir el flanco es ya inútil, otro frente de batalla está perdido, hay otro río tibio que se adelanta y baña el recinto sagrado y no es el corazón sino la mente, es el cerebro el que se infecta...
La lucha es pura angustia, se la siente como a la asfixia que poco a poco da lugar a la laxitud de los músculos, a la blandura de la mirada, y cuando ya vencida se abandona es entonces que surge el grito en el silencio...
Y el amor cuan veneno de serpiente que circula presuroso por las venas, fluye por todos los espacios no ocupados por la coraza salvadora de tantos dolores...
Surge el grito de reclamo: por qué no le diste tiempo a la coraza de protegerte de ese amor que sin permiso se adueña de tu voluntad y de tu vida...?
Surge el miedo a perderse, por los laberintos del desamor y del engaño, el miedo a la soledad en compañía, al silencio que dice más que mil palabras, al hastío, a la rutina guillotina del amor que lo ejecuta sin piedad cada día... para que se desangre hasta morir.

jueves, 18 de diciembre de 2008

martes, 16 de diciembre de 2008

La cuna vacía


Deja que meza tu cuna mi Ángel.
Deja que sueñe contigo.
Deja que adivine tu nombre aunque no estés conmigo.
Deja que cante una canción de cuna para que duermas tranquilo.
Deja que crea mi Cielo que estás aquí conmigo.
Deja que sea feliz aunque no conozca tu rostro.
Deja que te espere en cada Diciembre como hubiera sido.
Déjame, solamente déjame que crea, que no te fuiste y que estás aquí conmigo.

Celina

Celina.
Mi maestra.
De belleza serena, largas pestañas adornando sus ojos de gacela.
La amalgama de la flexibilidad del junco y la firmeza de la roca.
Me acompañaste en el camino del fin de la inocencia.
Ahora veo que fuiste cómplice cuando mi mente se ausentaba de tus clases para habitar otros mundos en los que era flor, viento, pájaro.
Cuando compartiste mis historias de hadas príncipes, princesas, duendes y brujas.
Era yo tan niña...
Nunca quisiste encerrar al pájaro que había en mí en una jaula y me dejaste volar como el viento de Agosto.
A tu lado pude vivir la magia de mi mente sin sentir el rigor de la censura.
Me acompañaste en mi dolor ante la pérdida de un ser tan amado, mi abuela pero con la firmeza de un: que sea la tercera y última vez que no traigas la tarea.
Creo que ese fue el comienzo de un fantasma que se adhirió a mí como mi piel: el de la depresión...
Me acompañaste cuando me diste la noticia de que no podría ser abanderada por una cuestión de números y no de méritos que luego te ingeniaste, no sé cómo, para revertir al año siguiente...
Tu vara para medirme no era igual a la vara de otros, supiste respetarme como era, una niña un poco extraña, quizás te diste cuenta que en mí había una dosis de locura que me hacía diferente...
Otros tutores en mi vida no me amaron como vos y fui perdiendo la alegría, la espontaneidad y el liderazgo, pero algo quedó intacto: la magia de mi mente con la que me escapaba de tus clases.
Celina, me diste tanto, me permitiste rescatar a lo largo de mi vida mi tesoro: esa imaginación con la que a menudo huyo de la realidad que me lastima...
Quiero que sepas que ahora escapo de los fantasmas y del tormento, para habitar un mundo sin este sufrimiento infinito...
Hoy quiero decirte que no debes sentir dolor con mi partida, que finalmente puedo volar cómo pájaro, ser viento de Agosto, flor o mariposa, que puedes buscarme en una estrella y pensar que lidero ángeles para sembrar amor en el corazón de la gente, que finalmente tengo paz y que ya no sufro con el dolor de la soledad por ser muy diferente...
Quiero que sepas que te quiero y que desde donde esté seguiré compartiendo contigo mis cuentos y mis títeres, liberada al fin de los fantasmas, contemplando tu cálida sonrisa.
Fifí

Algunas cosas de mi vida...

Realmente es un lindo comienzo: echar una ojeada hacia uno mismo y tratar de mirarse para adentro y contarles a los demás la visión distorsionada o real de nuestra historia.
Siento ansiedad y un cúmulo inagotable de recuerdos bullen en mi mente y debo tomarme unos minutos para tratar de alcanzar un orden, dentro de lo caótica que puede llegar a ser la biografía de un ser : YO, que vivió intensamente casi medio siglo...
Soy el quinto retoño de una mezcla genética, yo diría temeraria, en la que se aparean cromosomas, aparecen y se escabullen genes de los parentales para generar cinco fenotipos diferentes pero con un común denominador: la infelicidad...un estigma acarreado de por vida.
La mezcla ideal, la raza elegida, arios por excelencia, salvo una bisabuela materna que permanece a través de los tiempos, sumida en el misterio del total anonimato e ignorancia: amante o mujer infiel de un inmigrante alemán?
Nunca lo sabremos, pero fue siempre un interrogante en la vida de mamá, que orgullosa de sus antepasados europeos: el querido abuelo Francesco; la admirada abuela Magdalena Aragón, la de Castilla la Vieja, que muriera al parir su quinto vástago.
El apuesto alemán, padre y madre de mi única abuela conocida: Getrudis Whendeburg, que en alemán suena a melodía y que para mí en castellano, era un atentado hacia el buen gusto, demasiado duro pero quizás el ideal para una mujer que fue clave en mi vida.
Volviendo a mi madre, tuvo el eterno temor a que anduvieran circulando unas gotitas de sangre indígena, infiltradas en una herencia desconocida, quizás a causa de una gran pasión... o por que no, del arrebato de un patrón con su criada criolla.
En fin, las hipótesis pueden se muchas y frondosas...
Por la rama paterna, todos franceses, orgullosos de su origen, pero no por ello exentos de alguna tara...también una historia de seis niños huérfanos a causa de una hemorragia puerperal.
Todos varones que se hicieron hombres (salvo dos), con los solícitos cuidados de una tía, un montón de primos, curas bayoneses y SIEMPRE la presencia de papá, que melancólico relataba en su diario a su amada muerta, los adelantos de cada un de sus hijos y guardaba los rizos dorados de mi padre, el menor, ya que el ultimo bebe murió al cumplir 18 meses por obra de alguna peste desconocida...
Mi abuela Gertrudis tuvo una hermana por parte de ambos progenitores, 2 medias hermanas y un hermano por parte de don Everard, con una esposa legal y de la edad de su hija primogénita.
Una de ellas casada con el mayor de los hermanos de mi padre, y en unas vacaciones de verano se conocieron los que serían mis padres...
Un truncado noviazgo, una despedida de paso por Tucumán, ya que mi padre por sus ansias de partir a Santa Cruz de la Sierra en busca de mejores horizontes económicos, dejaba el país.
Fue evidente el poder de convicción y el amor de mi madre, a los 10 días, estaban unidos en matrimonio y con un futuro incierto ya que de la fortuna de papá, 18 años mayor que mi madre, solo quedaban restos, salvados de la crisis de los 30...
Creo que conviene resumir que en el transcurso de diez años, nacieron cinco críos, el mayor varón, para salvar el apellido y luego tres mujeres, las dos últimas fruto del desarraigo, al abandonar mi madre a mis abuelos maternos, para acompañar a su marido a Buenos Aires.
Fueron diez años de ausencia y nostalgias que se aletargaban un poco con las visitas de los nietos a Tucumán.
De regreso, gracias a un oportuno contrato de trabajo, nos radicamos en Macondo como llamo a mi Tafi Viejo natal, y allí comienza otra historia, la de PARIR COMO DIOS MANDA, en casa con la ayuda de una partera (un anhelo real de mi madre o una suerte de desafío al destino, para repetir o eludir, la doble historia de cinco huérfanos a cargo del viudo doliente?...)
La cuestión fue que en medio de berridos vino al mundo una niña rubicunda, cuyo sexo fue murmullado con temor por la partera, al padre que esperaba fuera de la habitación y que recibiera con una sonrisa a su cuarta niña ...
Era un 20 de abril y en esa jornada otoñal comencé a incursionar por el mundo.
Me llamaron Alicia Leonor, el segundo era nombre de reina según mi madre, cuando trataba de consolarme por el versito cruel de mi hermano, diez años mayor que yo, que disfrutaba fastidiándome con : “ Alicia Leonor: león con olor” ....
Al cumplir los 10 meses de vida, el luto pintó de negro a mi familia y la viuda, mi abuela Gertrudis, llegó con su presencia y algunos bártulos, entre ellos un hermoso reloj de pared que yo heredé de mi madre y que continua marcando inexorablemente el paso del tiempo con una pasmosa precisión....
Mis nombres fueron cambiando de un modo familiar según el correr de los años y las connotaciones que poseían para quienes los creaban y aplicaban con o sin mi beneplácito: Alicia, Neró, Marilú Chichila, Matito, Bumbuna, y el cariñoso Cunchu o Chunchuna, exclusivo de mi padre para mimarme...
A pesar de los apremios económicos, ya que de la fortuna de mi padre solo quedaba el calificativo de Hacendado en un padrón electoral obsoleto, los niños éramos sanos y parecíamos salidos de un cuento de Constancio Vigil : Niñito sé bueno, sé bueno Niñito.
Bajo la mirada vigilante de mi abuela, que se encargaba de marcar con una cruz de un color determinado, las bombachas, medias y camisetas de las cuatro niñas, los deberes escolares se hacían con placer, mientras escuchábamos la telenovela de la siesta.
Todos reunidos en su dormitorio, al que nos convocaba con el tintinear de un enorme frasco con galletas que guardaba con celo en su ropero y que utilizaba cuan experta Pavlov para reunir a sus nietos para realizar las tareas, saboreando las más ricas galletitas que yo haya comido en mi existencia ...
También era la artífice de las celebraciones de Pascuas, con huevos de chocolate escondidos en el jardín que buscábamos afanosos de regreso del oficio religioso, siempre yo relegada y llorosa por el hecho de ser la menor y no tener los recursos suficientes para llenar mis bolsillos con las golosinas, mientras los mayores gozaban ante el desafío…debo confesar que era consolada a escondidas de los demás por mi madre, que me daba los huevitos que me correspondían, por la justicia que siempre deseaba ejercer entre sus hijos...
También guardo imborrables recuerdos de Navidad y de la emoción cuando a escondidas tras las celosías de la ventana del cuarto de la abuela, tratábamos de adivinar, por el crujido del papel de envolver qué regalo recibiría cada uno, ya que “Vade retro Satanás”, en casa no se mentía y no había ni Niño Dios; ni Santa Claus, ni Reyes Magos ni repollos de donde surgían los bebés, ni aves zancudas que los transportaban.
Todo era racional y explicado con cuidado para no incurrir en lo que mi madre consideraba verdaderos bodrios en la crianza de otros hijos de familias conocidas
La equidad no era el fuerte de mi abuela y sufrí mucho por su marcada preferencia por la penúltima de las niñas y también por el único nieto. Me sentí en la gloria cuando mi hermana ya casi adolescente, comenzó a ralear la compañía de mi abuela para visitar a su amiga alemana, entretenimiento que consistía en escuchar durante más de una hora una lengua de la que no reconocíamos ni un vocablo, mientras saboreábamos una porción de una exquisita torta germana cuya receta era mantenida en secreto aun ante los reiterados pedidos de mi abuela ...fue un corto lapso del que disfruté de paseos a “la ciudad”, con beber té con masitas en “el Buen Gusto” por entonces en la calle 9 de Julio, en fin con una serie de prerrogativas propias de la nieta menor...
La magia duró solamente diez años y mi vida cambió abruptamente, cuando mi madre me estrechó en un abrazo y me dijo quedamente: la abuelita se fue al cielo.
Sentí correr un escalofrío por la espalda y quedé paralizada por el miedo.
Era la primera vez que la muerte me arrebataba, no solamente a un ser amado, sino a mi infancia…
En un minuto aquella niña se transformó en mujer y aprendí a no llorar imitando a la fortaleza de mi madre, tan elogiada por los que la conocieron.
Afortunadamente, después de muchos años, recuperé el, poder de catarsis de mi llanto y ya no siento vergüenza cuando mis lágrimas riegan mi rostro y me ayudan a sacar el dolor de mi corazón de adulto.

lunes, 15 de diciembre de 2008

La bestia

La bestia

Sentir el olor que resuma del cuerpo en alerta y el miedo tan profundo de ser botín de cacería.
Sentir el fluir de la adrenalina, los latidos que se aceleran, el corazón que lucha por escaparse del pecho.
Sentir el sudor frío que corre por la espalda, la ropa húmeda que se adhiere como piel y el dolor en los folículos por mantener los pelos enhiestos.
Sentir la respiración agitada y el dolor en los músculos del cuerpo listo a saltar frente al ataque, la boca seca y el no poder tragar.
Sentir la sangre que pugna por salir por la nariz, la náusea , los intestinos que se retuercen y el instinto animal que aflora.
Sentir el frío que se apodera primero de las manos y que luego asciende por el cuerpo.
Sentir la presión en los oídos y en la nuca y el pánico ante el ataque inminente.
Sentirse al fin acorralado.

Y es en un instante que víctima y victimario se unen en la lucha y aparece el terror que paraliza, al descubrir que en realidad existe uno solo: la bestia.
Y un único modo de terminar con ella...

Dime niña



¿Quién borró la risa de tus labios y el canto de tu garganta?
¿Quién quitó la inocencia de tus ojos y todo tu candor al colocar un cigarrillo de marihuana entre tus dedos?
Dime niña, sólo dime.

¿Quién cercenó tus alas de ángel y modeló tus senos pequeños?
¿Quién ennegreció tus largas pestañas, puso carmín en tus mejillas y pintó una amapola roja en tu boca?
Dime niña, sólo dime.

¿Quién sembró de tinieblas tu alma y mató la magia de tu mente?
¿Quién rasgó el costado de tu falda y te encaramó en esos zapatitos de tacones?
Dime niña, sólo dime.

¿Quién silenció tus trinos y terminó con tu alegría y tus juegos?
¿Quién cambió tu perfume a madreselva por aromas almizclados?
Dime niña, sólo dime.

¿Quién te llenó los ojos de tristeza y el alma de melancolía?
¿Quién te enseñó que un momento de amor se cobra, aunque tu corazón no sienta nada?
Dime niña, solo dime?

¿Quién te hizo eso mujer?