Los múltiples canales, ramificados, enmarañados y henchidos por el líquido viscoso, con una prisa que ni ellos comprenden, luchan frenéticamente por formar la coraza pero no pueden...
Por un lado aparece cuan medusa de siete cabezas, un hilo fino que se escurre y cuando la coraza intenta cubrir el flanco es ya inútil, otro frente de batalla está perdido, hay otro río tibio que se adelanta y baña el recinto sagrado y no es el corazón sino la mente, es el cerebro el que se infecta...
La lucha es pura angustia, se la siente como a la asfixia que poco a poco da lugar a la laxitud de los músculos, a la blandura de la mirada, y cuando ya vencida se abandona es entonces que surge el grito en el silencio...
Y el amor cuan veneno de serpiente que circula presuroso por las venas, fluye por todos los espacios no ocupados por la coraza salvadora de tantos dolores...
Surge el grito de reclamo: por qué no le diste tiempo a la coraza de protegerte de ese amor que sin permiso se adueña de tu voluntad y de tu vida...?
Surge el miedo a perderse, por los laberintos del desamor y del engaño, el miedo a la soledad en compañía, al silencio que dice más que mil palabras, al hastío, a la rutina guillotina del amor que lo ejecuta sin piedad cada día... para que se desangre hasta morir.
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